Uno de los elementos más placenteros del béisbol desde un punto de vista estético, más allá de la belleza del campo de juego o una fantástica jugada defensiva, es un swing dulce, o un swing bonito, como ustedes prefieran. Hay muchos jugadores a lo largo de la historia de las Grandes Ligas que han tenido esa especial cualidad. Aquí, echamos un vistazo a 10 de los mejores.
¿Por qué los zurdos tienen los swings más bonitos?
Ken Griffey Jr.
Si alguna vez vimos poesía en el terreno de juego, fue con el swing de Griffey. “The Kid” no fue uno sólo uno de los mejores jugadores de la historia, con sus 630 jonrones y 10 Guantes de Oro, sino que también tuvo uno de los swings más bonitos que hayamos visto.
Desde el primer día, cuando conectó un doble entre el jardín central y el izquierdo en su primer turno ante los Atléticos en el Coliseo, el cuadrangular que conectó en su primera visita al plato en el Kingdome y lo largo de su inolvidable carrera, el swing de Griffey fue el epítome de un swing dulce.
Y más allá del mismo swing, también estaba esa forma perfecta de dejar caer el bate al final, un cierre perfectamente fluido tras ese violento y a la vez maravilloso choque entre el bate y la pelota.
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Ted Williams
Williams es considerado por muchos como “el mejor bateador de la historia”. Y si bien el autor de “The Science of Hitting” era un obsesionado de la mecánica del bateo, para cualquiera que lo viese desde lejos su swing era más arte que cualquier otra cosa. Sigue siendo el último bateador de las Ligas Nacional/Americana en batear .400 o más en una temporada y han pasado más de 80 años desde que lo logró. Los números son legendarios, con una línea de por vida de .344/.482/.634 y 521 jonrones (y pasó tres años en el medio del tope de su carrera peleando en la Segunda Guerra Mundial). Pero no hay nada como ver videos de Williams haciendo swing.
Will Clark
Clark, uno de los bateadores más oportunos de su generación, iba rumbo al Salón de la Fama hasta que las lesiones empezaron a pasarle factura y su producción cayó notablemente. Pero entre 1986 y el 2000, tuvimos a la suerte de ver uno de los swings más bonitos de todos los tiempos. Clark fue seis veces al Juego de Estrellas y fue el JMV de la Serie de Campeonato de la Liga Nacional en 1989, bateando .650 con un par de vuelacercas ante los Cachorros, incluyendo un grand slam ante Greg Maddux en el Juego 1. Clark también conectó el hit de la ventaja contra Mitch Williams en el octavo inning del decisivo Juego 5. Durante sus primeras seis campañas, entre 1986 y 1991, Clark bateó .302/.372/.512 con 146 vuelacercas.
Tony Gwynn
Nadie ha ganado más títulos de bateo en las últimas cuatro décadas que Gwynn, quien ganó ocho entre 1982 y el 2001. El miembro del Salón de la Fama y leyenda de los Padres fue a 15 Juegos de Estrellas y ganó cinco Guantes de Oro por su trabajo en el jardín derecho, algo que tiende a olvidarse. Durante su carrera de 20 años, Gwynn bateó .338/.388/.459 y por poco se convierte en el primer jugador de las L.A./L.N. desde Williams en 1941 en batear .400 o más cuando ligó para .394 en 1994.
No es ninguna sorpresa que todo ese éxito en el plato lo haya conseguido con un dulce swing, uno que consistentemente frustró a los lanzadores y defensivas contrarias. Pueden preguntarles a los torpederos y antesalistas que vieron pasar incontables hits de Gwynn, por lo que él mismo llamaba “el hueco 5.5” entre las dos posiciones.
Ichiro Suzuki
Fue el primer jugador de posición japonés en la historia de las Grandes Ligas, además del mejor de todos. Entre el 2001 y el 2019, Ichiro aterrorizó a los lanzadores rivales con un swing que era puro arte. En una época de puro poder, Ichiro nos recordaba el pasado, moviendo su bate con una habilidad incomparable que le permitía convertir grandes pitcheos en hits y más hits.
Ichiro fue nombrado Novato del Año y JMV de la Liga Americana en el 2001 y terminó imponiendo el récord de más hits en una campaña con 262 en el 2004. Encabezó las Mayores siete veces en imparables, fue a 10 Juegos de Estrellas y ganó 10 Guantes de Oro. En el 2016, se convirtió en el 30mo jugador de la historia en llegar a 3,000 inatrapables, a pesar de que no debutó en la Gran Carpa hasta que tenía 27 años.
Manny Ramírez
Digan lo que quieran sobre las tonterías que hacía, pero el dominicano Ramírez tenía uno de los swings más bonitos de cualquier bateador derecho en la historia del juego. El toletero conectó 555 jonrones durante una carrera de 19 años y fue a 12 Juegos de Estrellas. También disparó 29 cuadrangulares en postemporada por los Indios, Medias Rojas y Dodgers, siendo JMV de la Serie Mundial del 2004 con Boston. El suyo era un swing que empezaba con las manos sobre la cabeza y terminaba con una extensión completa del brazo y la mano izquierda sosteniendo el madero, un suave y fluido movimiento de principio a fin. Pura belleza.
Billy Williams
El swing de Williams era básicamente perfecto, su principal argumento en una carrera que lo llevaría al Salón de la Fama y durante la cual conectó 426 jonrones y fue seis veces al Juego de Estrellas durante 16 temporadas con los Cachorros y dos con los Atléticos. Conectó 30 bambinazos o más en cinco ocasiones y su mejor temporada fue la de 1972, cuando lideró la Nacional con OPS de 1.005 y disparó 37 cuadrangulares. Su tope personal de vuelacercas fueron los 42 que pegó dos años antes, 1970, campaña en la que encabezó ambas ligas con 137 anotadas y 205 hits.
Keith Hernández
Sí, fue el JMV de la Nacional (premio compartido con Willie Stargell) en 1979, bateando .344/.417/.513 y liderando MLB con 48 dobles. Y sí, fue principalmente conocido por su fenomenal defensa en la primera base (11 Guantes de Oro). Pero Hernández también tenía un swing tan fluido y dulce como puede tener cualquiera, utilizándolo para batear .296/.384/.486 durante los 17 años que pasó en las Mayores con los Cardenales, Mets e Indios. Además, ayudó a San Luis y Nueva York a ganar las Series Mundiales de 1982 y 1986, respectivamente.
Rafael Palmeiro
Es difícil encontrar a un bateador capaz de generar más poder con aparentemente poco esfuerzo que Palmeiro, quien con su dulce y natural swing largó 569 vuelacercas. Quien quisiese lanzarle bajito y adentro a Palmeiro estaba corriendo un riesgo, pues el cubano era capaz de ponerle la maceta del bate a ese tipo de envíos como los mejores. Durante las dos décadas que pasó con los Cachorros, Rangers y Orioles, el primera base dejó a los fanáticos boquiabiertos con sus kilométricos jonrones.
Chipper Jones
Bueno, teníamos que poner a un ambidextro aquí, ¿cierto? Jones será recordado como uno de los mejores bateadores ambidextros de la historia. El tercera base y autor de 468 jonrones tenía un pintoresco swing desde ambos lados del plato. Fue el JMV de la Nacional en 1999, asistió a ocho Juegos de Estrellas y ayudó a los Bravos a ganar la Serie Mundial de 1995. Cuando se retiró, Jones había dado 361 vuelacercas a la zurda y 107 a la derecha. Para ponerlo en perspectiva, Mickey Mantle conectó 374 a la zurda y 162 a la derecha.